Monday, July 15, 2013

Ciencia y Ética.

Muchos problemas éticos se han  agrupado bajo la denominación neuroética. La expresión neuroética viene a recoger las preocupaciones sobre las consecuencias del desarrollo de la técnica neurocientífica para el control, manipulación y tratamiento del sistema nervioso central.

Desde decisiones en torno al final de la vida, el consentimiento informado, pacientes con desordenes de conciencia y sus cuidados, hasta el uso de la técnica neurocientifíca fuera del ámbito clínico en los tribunales de justicia (detección de mentiras y "mentalización"), las aplicaciones comerciales como el marketing etc.

El problema es que la sabiduria recibida de la reflexión filosófica distingue entre hechos y valores y de los primeros no se puede derivar los segundos: la clásica falacia naturalista.

De este problema fundamental, de la imposibilidad de unir el mundo de los hechos del mundo de los valores, se deriva que la neurociencia puede contribuir a informar nuestra ética que ha de ser natural y lo más realista posible para que nuestras decisiones y valoraciones sean las más acertadas. 

Como ejemplo donde la neurociencia puede informar nuestras decisiones y valoraciones están los casos de personas con desordenes alterados de conciencia como los pacientes con estados de conciencia mínima donde estudios recientes con resonancia magnética funcional (Schiff et al. 2005) indican la presencia de actividad residual consciente lo que ha hecho cambiar la idea de que los pacientes pueden ser conscientes y "estar ahí" a pesar de la falta de evidencias comportamentales.

Pero lo que nunca podrá hacer la neurociencia o la ciencia en general es reemplazar las cuestiones normativas de las científicas, nos asegura T. Buller.

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ResearchBlogging.orgBuller, T. (2006). What can neuroscience contribute to ethics? Journal of Medical Ethics, 32 (2), 63-64 DOI: 10.1136/jme.2005.014506

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